FUKYO CAPÍTULO

FUKYO CAPÍTULO

También, capítulo «Jofukyo». Vigésimo capítulo del Sutra del Loto, en el que Shakyamuni, con la historia del bodhisattva Fukyo, o Jofukyo (Jamás Despreciar), ilustra tanto el beneficio de abrazar y practicar el Sutra del Loto como la grave retribución de calumniar a sus devotos.Este bodhisattva vivió en el Día Medio de la Ley de un buda llamado lonno, en una época en que monjes arrogantes ejercían una gran autoridad, y el Budismo estaba declinando.

Él siempre reverenciaba a todas las personas con quienes se encontraba, diciendo: «Los respeto profundamente. No me atrevería a despreciarlos ni a ser arrogante con ustedes, porque todos practican el camino del bodhisattva y, seguramente, lograrán la Budeidad".Monjes, monjas, mujeres y hombre laicos, todos, se burlaban de él y lo atacaban con varas y piedras. Sin embargo, Fukyo perseveró en su práctica, y, una vez que hubo expiado todas sus ofensas pasadas, logró la purificación de sus seis sentidos y logró la suprema iluminación a través del beneficio del Sutra del Loto. La gente arrogante que persiguió a Fukyo se volvió su seguidora, pero, debido a las ofensas pasadas, cayó en el infierno de sufrimiento incesante, donde permaneció por más de mil kalpas. Con el tiempo, sin embargó, aquella gente se encontró con el bodhisattva Fukyo, nuevamente, y él la convirtió al Sutra del Loto.

Esta historia ilustra el principio de lograr la iluminación mediante el beneficio de la relación inversa (en japonés, gyakuen no kudoku), establecido en el Sutra del Loto, que salva incluso a aquellos que se le oponen. Shakyamuni dijo que en una existencia pasada, él había sido el bodhisattva Fukyo y agregó que todos los que lo habían calumniado habían logrado el estado de no-agresión y estaban, ahora, presentes en la asamblea del Sutra del Loto, a saber, quinientos bodhisattvas liderados por Bhadrapala, quinientos monjes guiados por Simhachandra, y quinientos hombre laicos, por Sugatachetana.

Entonces, él instó a abrazar, sinceramente, el Sutra del Loto y a propagarlo después de su muerte.

Expresión usada en budismo y sus tradiciones.