LABERINTO

Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.

Figura geométrica realizada a base de círculos y rectas cuya entrada es conocida pero no su salida. Esta figura plasmada en piedra o vegetación contiene cantidad de calles por donde se puede ir hasta su salida que es muy difícil de encontrar. Aunque actualmente se considera, sobre todo a partir del siglo XVIII una forma lúdica, en la antigüedad poseía un cierto carácter ritual.

Se le ha dado diversas explicaciones, desde un rito de iniciación, hasta una forma de simbolizar el paso de la vida a la muerte. Asimismo también se ha querido ver en los laberintos la representación de la dificultad que entraña el alcanzar la meta en la vida, ya que se conoce como empezar pero no por donde ir ni como llegar al fin.

Famoso es el histórico laberinto de Knosos (Creta) y el del templo funerario de Amenemhet III en Egipto, así como en Occidente el realizado en el pavimento de la Catedral de Chartres (Francia).

LABERINTO

Construcción o trazado de características arquitectónicas especiales, del cual resulta muy dificil salir una vez se ha penetrado en él. Según los textos clásicos existían en la Antigüedad varios famosos laberintos, de los cuales el más conocido es el de Cnosos, en Creta, construido por Dédalo para encerrar en él al M inotauro, según deseo del rey Minos.

También revistió gran fama el laberinto de Egipto, construido en el s. V a. C., que estaba formado por doce salas paralelas y contenía varios miles de cámaras sagradas.

Por lo general, el laberinto formaba parte de muchos templos de carácter iniciático.

En la Edad Media los arquitectos gustaban de incluir en sus construcciones el emblema del laberinto, situado generalmente en el suelo de grandes iglesias y catedrales, y que constituía un símbolo de iniciación. El adepto seguía el trazado laberíntico, como si estuviese realizando una peregrinación. Existen unos laberintos en forma de cruz que en Italia reciben el nombre de «nudo o lazo de Salomón», y que también suelen aparecer en la decoración céltica, románica y germánica; estos trazados, según Cirlot, integran el simbolismo doble de la cruz y el laberinto. Según Eliade, el laberinto tenía por objeto el proteger el centro, que constituía el corazón de la sacralidad. En este sentido desempeñaría el mismo papel protector que el dragón que vigila «el lugar del tesoro». Existe también una figura cabalística que aparece al principio de algunos manuscritos alquimistas, a la que se denomina «laberinto de las catedrales», y que corresponde a las tradiciones del esoterismo mágico.