MAHÂBHÂRATA EL

MAHÂBHÂRATA EL

o la "Gran (guerra de los) Bhâratas", contiene 220.000 versos, divididos en 18 libros (parvas), y fue compuesto, según se cree, por Krishna Dvaipâyana, llamado el Vyâsa ("ordenador" o "compilador").

El asunto de la obra son los hechos que ocurrieron en las postrimerías del Dvâpara-yuga (edad que precedió a la nuestra, o sea unos 5.000 años atrás), entre dos ramas rivales descendientes del rey Bharata, que hicieron armas entre ellas para lograr la soberanía de Hastinâpura.

La más antigua de dichas ramas conservaba el nombre de uno de sus antepasados, el rey Kurú, mientras que la más joven era designada con el nombre de pândava, nombre derivado de Pându, padre putativo de los cinco principales jefes de la misma.

En lejana época reinaba en Hastinâpura un rey de la dinastía lunar apellidado Vichitravîrya.

Este rey era hijo de Zantanu y Satyavatí; Bhîchma y Krishna Dvaipâyana, llamado el Vyâsa, eran hermanastros suyos, siéndolo el primero por parte de padre y el último por parte de madre.

Casó con dos hermanas, Ambikâ y Ambâlikâ, pero habiendo muerto sin dejar sucesión, el gran richi llamado el Vyâsa, obedeciendo a las instigaciones de Bhîchma, se casó con las dos viudas y engendró dos hijos, Dhritarâchtra y Pându, que pasaron por ser hijos del rey Vichitravîrya, y después de la muerte de Vyâsa fueron educados por su tío Bhîchma, quien, durante la minoridad de ellos, tuvo a su cargo el gobierno del reino.

Dhritarâchtra, el primogénito, se casó con Gândhârî, de la cual tuvo cien hijos, que fueron los príncipes Kurús o Kuravas, el mayor de los cuales se llamaba Duryodhana.

Pându, el menor de ambos hermanos, tomó primero por esposa a Prithâ (o Kûnti, por otro nombre) y más tarde a Mâdrî, de las cuales nacieron los cinco príncipes pândavas, que a pesar de su nombre patronímico, fueron engendrados místicamente por varias divinidades.

Dhritarâchtra, por ser ciego de nacimiento, tuvo que renunciar a la corona en favor de su hermano Pându, designado para sucederle en el trono a Yudhichthira, primogéntio de los pândavas.

Estos cinco príncipes, por su vasta instrucción y sus brillantes hechos de armas, excitaron el celo y la envidia de su primo Duryodhana, quien, después de haber intentado deshacerse de ellos por medios criminales, concertóse con su tío Zakuni, habilísimo jugador, para arruinar a sus rivales.

Invitado a jugar, perdió Yudhichthira todo cuanto le pertenecía, su reino y su misma esposa Draupadî, que una vez separada de su consorte fue tratada ignominiosamente como esclava.

A tenor de lo estipulado, Duryodhana debía ocupar el trono por espacio de doce años, mientras que los cinco príncipes pândavas, acompañados de su esposa común, Draupadî, estaban condenados al destierro sufriendo toda clase de privaciones.

Una vez expirado el plazo y transcurrido además otro año que los infelices pândavas pasaron de incógnito en el reino de Matsya, Yudhichthira, alegando incuestionables derechos, reclamó la corona, pero el pérfido de Duryodhana se a opuso tan legítimas pretensiones.

En vista de ello, los pândavas resolvieron conquistar su reino por medio de la fuerza, y a tal fin reunieron en torno a sus aliados y amigos, formando así un poderoso ejército para atacar a sus rivales, quienes se apresuraron igualmente a reunir todas sus fuerzas.

Pusiéronse en marcha las dos huestes enemigas, encontrándose en Kurukchetra, o sagrada llanura de Kurú.

El valeroso y experto Bhîma, segundo hijo de Pându, tomó el mando del ejército pândava, mientras que Bhîchma figuraba a la cabeza del ejército contrario.

De un momento a otro iba a estallar el combate; sonaban con estruendo atronador atabales, trompetas, caracolas y otros instrumentos guerreros; los combatientes, llenos de impaciencia y formados en orden de batalla, tenían armados ya sus arcos, prontos a sembrar la muerte.

En tan críticos instantes, Arjuna, tercero de los príncipes pândavas, presa de dolor y sufrimiento al ver a sus parientes y amigos que militaban en una y otra hueste, arroja su arco declarando que se dejará matar sin resistencia antes que hacer armas contra aquellos por cuyas venas corre su misma sangre.

Contéstale Krishna (el dios que guiaba su carro de guerra) haciéndole ver que está en un lamentable error al adoptar semejante resolución, y exponiéndole las sublimes doctrinas del Bhagavad-Gîtâ, del Canto celestial. Escucha Arjuna sumiso y atento a su divino Instructor, y por fin, sobreponiéndose a sí mismo, toma una parte activísima en la pelea, y los valerosos príncipes pândavas recobran sus dominios después de vencer y exterminar a sus inicuos opresores.

Como se comprende, el Mahâbhârata es una obra en la cual la realidad permanece encubierta tras el tupido velo de la alegoría y la fábula.

Para más detalles, véase el notable compendio de esta epopeya que, con el título de Historia de la Gran Guerra, escribió la señora Annie Besant, y cuya traducción castellana está próxima a publicarse.

-En Pânini encontramos el término Mahâbhârata, no aplicándolo a la epopeya de este nombre, sino como un apelativo para designar cada hombre entre los Bhâratas (Jâbâla, Hailîlha) que se distingue de un modo especial. (Weber, Indische Literatur-geschichte).]

India, su cultura y principales religiones: hinduismo, budismo, jainismo