Musicoterapia en la Cultura Turca

El trabajo con la musicoterapia, así como con las terapias por el arte desarrollan espacios de confianza y potencializan las capacidades individuales para enfrentar el miedo a vivir y a los cambios. Ayudan a recordar, a establecer de nuevo el contacto con el origen.

Re-ligar. Lo que se supone deberían hacer las re-ligiones si no hubieran entrado en el circuito del litigio por la propiedad de la Verdad Única.

Cuando la voz proviene de instrumentos naturales que hablan desde sus cuerpos-cajas de resonancia de la tierra (un coco por ejemplo), de la madera del árbol, de las cuerdas del animal (caballo) o, de las lonjas de la serpiente, los vacunos, corderos.

Una caña sopla aire que recuerda el viento que pasó tantas veces entre ellas. Las pezuñas recuerdan la marcha, las semillas, la lluvia y las cosechas.

Los instrumentos dicen en su lengua materna un mensaje a nuestra esencia que sin intelectualizar reconoce.

La cultura turca descubrió que las combinaciones de semitonos entre las notas tienen efectos terapéuticos. Durante la época Selkchuc el auge de la musicoterapia llevó a los músicos a estudiar las posibilidades de uso de los makam.

La característica del makam es la utilización de dos o más semitonos combinados, sacados de la variedad de 9 entre dos notas.

Entonces se aplicaba una variedad de 400 makam en los hospitales de musicoterapia. Ha quedado material documentado de ésto, gracias al trabajo de los eruditos Ind -i-sina (Avicenna,) y Al –Farabi (870-950).

En el siglo IX, El-Kindi conectaba la cuarta cuerda del laúd con los sentidos, edades, estados mentales, ritmos especiales, tipos de melodías, ciertos meses del año, días, horas.

En la actualidad el Dr. Rahmi Oruç Güvenç (Grupo Tumata, Universidad de Marmara Turquía), lleva 25 años en la investigación y difusión de la música turca, dirigiendo 8 centros en Europa, para el estudio y aplicación de la etnomusicoterapia en la educación, salud y cultura.

Existen aún hoy, aunque como museos, antiguos hospitales, como el de Edirne. Lucen el esplendor de antaño en las construcciones abovedadas, patios con fuentes donde el sonido del agua recuperaba de la nostalgia y depresión a los maltrechos pacientes. Conservan los lugares de estudio, cocina, sala para bailarinas, salones para recitado de poesía y representaciones teatrales.