INMORTALIDAD A LA LUZ DE LA ALQUIMIA Y LA BIOQUIMICA II

JORGE MENDOZA

INTRODUCION

En la primera entrega de este artículo se estableció la hipótesis que el fin último de la alquimia ha sido la búsqueda de la inmortalidad y que los recientes descubrimientos en genética y bioquímica están sentando bases sólidas para validar esta búsqueda.

Durante siglos la alquimia ha seguido caminos paralelos. Por un lado una orientación hacia los aspectos materiales como la transformación del plomo en oro y por otra hacia la autotransformación donde el objeto a cambiar es el propio ser.

Este segundo camino que está ligado a consideraciones esotéricas y espirituales tiene una base tremendamente concreta en todas las tradiciones. Todas ellas han desarrollado métodos que combinan ejercicios respiratorios, economía energética a través de la reabsorción de los fluidos seminales (no eyaculación) y técnicas de meditación y/o devoción orientados a producir una expansión de la conciencia.

La base de este proceso es la reabsorción del semen que permitiría la formación de un embrión y posteriormente un cuerpo de espíritu que al momento de la muerte es liberado por las aberturas superiores para continuar una vida espiritual inmortal. Asociado a este proceso se encuentran múltiples beneficios colaterales como un fortalecimiento corporal, desarrollo de poderes extra-normales, armonía espiritual y una vida prolongada en óptimas condiciones físicas. Tanto es así que todas las tradiciones han mencionado seres humanos cuya longevidad superaba todos lo límites al punto de ser conocidos como verdaderos inmortales.

Los descubrimientos recientes de la biología y en especial de la genética han mostrado una base científica para el proceso sugerido por la alquimia.

La biología ha propuesto un modelo explicativo del envejecimiento celular, base del deterioro y muerte del organismo, conocido como la hipótesis de los telómeros. Esta plantea que al final de cada molécula de ADN existe una cadena repetida de aminoácidos base (TTAGGG), éstos juegan el papel de sellos que permiten la mantención de la información genética contenida en la molécula. Sin embargo en las células normales los telómeros van disminuyendo en cada división celular, hasta que la célula pierde viabilidad y fenece. En cambio en las células reproductivas en ovarios y testículos, por la acción de una enzima conocida como telomerasa, los telómeros se reparan asegurando que la descendencia mantiene intacta su juventud genética. Esta misma enzima se encuentra activa en el 90% de las variedades de cáncer, dándoles la condición de inmortales (tejidos de cultivo han podido ser mantenidos en forma indefinida) a las células que componen los tumores.

La presencia de telomerasa en las células germinales, productoras de óvulos y espermios, es en la práctica una fuente de eterna juventud para todos los seres humanos con el conocimiento y la disciplina para dedicarse a las prácticas alquímicas y hacer ascender dentro del cuerpo este elixir reparando tejidos a escala molecular. Por cierto este proceso conlleva algunos riesgos, ya que la detención de la circulación de la energía por rigidez emocional, apego o simplemente por una inadecuada aplicación de los métodos apropiados podría provocar un desequilibrio energético, origen de enfermedades, entre ellas el cáncer. De aquí la importancia de desarrollar la alquimia de transformación interior con un método adecuado y con un cambio interno que permita fluir de forma armónica con los seres vivos y el universo.

En la primera parte de este artículo se hizo énfasis en las tradiciones judeo-cristiana y en la china indagando en los orígenes de ellas y en especial en los textos que son su base. En esta oportunidad extenderemos la mirada hacia la civilización hindú y profundizaremos en las tradiciones anteriormente mencionadas, con especial atención en los aspectos relacionados con los métodos sugeridos por la alquimia y principalmente en la respiración como camino de transformación interior.

Sufismo, cristianismo, gnosticismo