SEXUALIDAD TRANSORGÁSMICA (II parte)

Por Francisco Moreno Téllez

Talleres de Sexualidad Tántrica en Pareja

¿En qué consisten en la práctica las técnicas transorgásmicas?

Esto es algo que se desarrolla a continuación, pero antes conviene comprender ciertos principios.

El primero de estos tiene que ver con la noción de "control", la cual lleva a muchos malos entendidos. Por lo general las personas –incluidos psicólogos y sexólogos- piensan que no es bueno controlar la energía sexual durante una relación. Esto se debe a que se confunde la idea de control con la de represión. Desde la perspectiva transorgásmica el control se asocia con un "conducir" la energía, haciéndola circular por el organismo. Entonces la energía sexual para ser controlada, necesariamente debe ser puesta en circulación.

Esto se ilustra por la alegoría de la olla a presión. Imaginemos que el aparato genital del hombre o la mujer es similar a una olla a presión. Esto es, que está cerrado por todas partes y en su interior se encuentra el agua que representa a la libido o energía sexual. Cuando sobreviene la excitación, el agua comienza a calentarse y de esta forma la energía, en un principio líquida y fría- empieza a echar vapores que son aquellas sensaciones y cosquilleos eléctricos que nos remecen por abajo. Al incrementar la temperatura (excitación), aumenta también la presión al interior de la olla, de forma que llegado cierto punto, cuando la presión se hace insoportable, la olla estalla vaciando todo su contenido y su calor. Esto quiere decir que la descarga sexual sobreviene cuando el cuerpo –los órganos sexuales- no son capaces de aguantar más la suma de los impulsos generados por la excitación. El placer del orgasmo genital se halla en el alivio que se siente al deshacer la presión, pero su efecto negativo consiste en que la energía se pierde sin posibilidad de ser aprovechada en algo más.

Lo anterior implica así varios tipos de pérdida, primero: el agua en sí, que en el caso del hombre es el semen (con todos sus nutrientes y minerales); segundo y más importante: la energía al ser liberada no tiene forma de ser reintegrada al sistema (en el hombre y en la mujer); y tercero: la olla, al estallar se ve dañada. Esto último significa que por cada explosión orgásmica, toda la zona genital queda en estado de hipersensibilidad, como si se tratara de una bomba que arrasó con todo. En algunas personas se describe un síndrome post-orgásmico3 asociado con sensaciones de dolor, fatiga extrema, síntomas de gripe, molestia a la luz y los ruidos, sudoración intensa, sarpullidos, entre otros. El cuerpo destina gran cantidad de energía para reparar los sutiles conductos de la energía que se ven dañados, tal como si se tratara de cables fundidos por una sobrecarga eléctrica.

Siguiendo con la alegoría de la olla, podemos ahora explicar la circulación de la energía. ¿Qué hacemos para evitar que la olla estalle? Simplemente permitimos que tenga una válvula de salida. Si pensamos en una caldera industrial, éstas tienen chimeneas y tuberías que permiten que los vapores salgan y circulen. Durante el acto sexual la clave del control consiste en que los "vapores" de la excitación circulen y se distribuyan en el cuerpo. Los canales energéticos principales ascienden desde la zona genital, por la columna vertebral, hacia el corazón y el cerebro, y pasando por todos los órganos. La técnica consiste en hacer subir la energía desde los genitales hacia arriba y así descomprimir la zona inferior. ¿Cómo lograrlo?


Dicho síndrome está descrito recientemente en Holanda por el doctor Marcel Wladinger de la Haya (La Prensa Web, 2002)