FENG SHUI, ARBOLES Y ECOLOGIA

Enzo Cozzi

1 El simbolismo del árbol en la ecología simbólica del feng shui

1a La morera en el daoísmo

2. El árbol hueco e inútil como reorientación medioambiental de la espiritualidad

2a. El árbol hueco e inútil como reorientación medioambiental de la espiritualidad

3. Desde el árbol sagrado a una política ancestral de economía sustentable

2a. El árbol hueco e inútil como reorientación medioambiental de la espiritualidad

Pero hay otra posibilidad de interpretar la investidura sagrada del árbol hueco y vacío. Esta es la de interpretarlo como una entidad sin utilidad productiva. Porque justamente en virtud de esa inutilidad, que lo excluye de todo valor de uso, puede tal signo garantizar su permanente disponibilidad como sostén simbólico del persistente renacimiento de una naturaleza que ya contiene, como factor insoslayable, al hombre y su organizado potencial destructivo.

Eso es lo que ocurre con la imagen del árbol sagrado en las manos de otro famoso sabio taoísta, Chuangzi. Este la somete a un provocativo vuelco, con un irónico cuestionamiento de la racionalidad instrumental:

"De viaje a Qi el carpintero Shih llegó a una aldea en un recodo del camino, donde se veía el roble de hojas castañas junto al altar del espíritu de la tierra. Era tan ancho que podía dar sombra a varios miles de bueyes; tan alto que se encumbraba por encima de los cerros; de ramas tan grandes que producirían docenas de embarcaciones. Había más gente admirándolo que multitudes en el mercado. Pero el carpintero Shih no le dirigió ni una mirada siquiera, y siguió su camino sin hacer pausa.

Cuando su aprendiz se hubo colmado de admirar el árbol, dio alcance a su maestro y le preguntó: "Desde que cogí el hacha para servirlo nunca había visto madera más noble. ¿Cómo es que no se dignó ni a mirarlo?"

"Basta, no me lo menciones. Esa madera no sirve para nada. Haz un bote con ella, y se hundirá; haz un ataúd y se pudrirá de inmediato; haz un tazón y se romperá; haz una puerta y transpirará savia; haz un pilar y se agusanará. Esa madera es inservible, perfectamente inútil; por eso ha podido llegar a ser tan vieja."

Al volver a casa el carpintero Shih, se le apareció el árbol sagrado en sueños, para decirle:

"¿Con qué tipo de madera me compararías? ¿Con las de venas finas, con las que dan exquisitas frutas o bayas, y que al madurar sus frutos son maltratadas de manera tan degradante? Esos son árboles cuyas habilidades los llevan a vivir vidas miserables, y mueren aún jóvenes a merced del hacha, sin haber vivido los años que les asigna el cielo. Son árboles que se prestan para ser víctimas de la vulgaridad mundanal."" (Chuangzi, Los capítulos interiores, 4, 2)

Pasajes como éste son convencionalmente interpretados como admoniciones espirituales al hombre superior de apartarse de cuestiones prácticas para cultivar el espíritu en tranquilidad. Eso está muy bien, pero no tiene por qué oscurecer la no menos espiritual y por lo demás clara invectiva contra la racionalidad instrumental y su expoliación de la naturaleza. Porque aquí Chuangzi anticipa aquel pensamiento ecológico contemporáneo que culpa (con razón) de la degradación de la biodiversidad que sufre nuestro planeta, a ese modelo de racionalidad centrada exclusivamente en el hombre y sus necesidades. Gesto que ese sensacional pensador acomete dándole deliberadamente la palabra, y la responsabilidad de ser portavoz de las especies en conflicto con la humanidad, a un representante espiritual de la naturaleza: un árbol análogo de ese fusang cuya madera es pieza clave en la topografía simbólica del feng shui: la morera enorme, hueca y añosa que alberga en su seno al sanador legendario Huang Di, da a luz al héroe cultural Confucio y simboliza desde su mítica posición en el este el tenaz renacer de la vida.