GURDJIEFF EN EL MUNDO

En este período, en el que no se pueden establecer fechas precisas ya que todo fue muy nebuloso y sólo se encuentra referenciado por el testimonio del propio Gurdjieff, siguió realizando numerosos viajes. Es posible que llegara al Tíbet, ya que afirmó más tarde que había sido preceptor del Dalai Lama, hecho que no parece ser veraz. Lo que sí es cierto es que sus conocimientos, cada vez más profundos, de las ciencias herméticas le permitieron llenar a cabo una actividad un tanto especial como maestro de ocultismo y magnetizador profesional. Gurdjieff estaba convencido de que es imprescindible liberarse de lastres y necesidades económicas si uno quiere llevar a buen término los proyectos que tiene en mente.

En una de sus obras de corte autobiográfico, hace referencia a esta etapa de su vida: « Por entonces me lancé a toda clase de negocios y empresas, algunas de las cuales eran muy importantes. Firmé contratos con sociedades particulares e incluso con el Estado... Abrí tiendas, restaurantes y salas de proyección cinematográfica. Organicé explotaciones agrícolas... y me ocupé de instalaciones pesqueras y explotaciones petrolíferas...»

No cabe duda de que su capacidad organizativa y empresarial era muy grande, aunque también en este campo muestra sus claras preferencias, porque el oficio que más le gustaba era el de comerciar con tapices y antigüedades. Moscú fue la siguiente meta; en ella pretendió llevar a cabo lo que consideraba «su tarea sagrada».

Los motivos de la elección de esa ciudad, como tantas otras cosas en su vida, no están muy claros, si bien algunos autores -J. G. Bennett, por ejemplo-- se muestran convencidos de que Gurdjieff pertenecía en esa época a los círculos más próximos al zar, y que incluso llegó a conocer a éste último. En todo caso, sus relaciones en la capital rusa debieron ser importantes porque, entre otras cosas, le permitieron contraer matrimonio con la condesa Ostrowska.

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