EL FINAL DE UNA ETAPA

Los últimos ocho o nueve años del Priorato estuvieron marcados para Gurdjieff por una serie de pruebas y problemas muy fuertes, tanto físicos como psicológicos.

Sufrió, entre otros graves percances, un accidente de coche que estuvo a punto de costarle la vida, y del cual los médicos no se explicaban cómo había podido recuperarse.

Se produjeron también en estos años: la muerte de su anciana madre, por la que sentía un gran cariño, y la de su esposa. En 1933 decidió, finalmente, deshacerse del Priorato. Las razones que alegó fueron de índole personal: creía que no había logrado conseguir en sus discípulos el desarrollo esperado. Por otro lado, los gastos y las preocupaciones que debían ocasionarle el mantenimiento del Instituto tenían que resultar difíciles de soportar.

A lo largo de la existencia del Priorato e, incluso, en etapas posteriores, fueron legión los que acudieron a conocer al director de aquella sociedad de los llamados «filósofos del bosque». Entre ellos cabe mencionar a Frank Lloyd Wright, uno de los más brillantes arquitectos de los últimos tiempos, el físico J. C. Bennet, discípulo de Einstein; Orage, el famosos crítico literario inglés, la escritora neozelandesa Catherine Mansfield, que murió allí; Luc Dietrich, René Daumal, Arthur Koestler, Denis Saurat, Huxley, y muchos otros.

A partir de la liquidación del Instituto, Gurdjieff se dedicó de forma casi exclusiva a escribir sus obras y a realizar distintos viajes por los Estados Unidos, en donde se había consolidado un buen número de grupos de seguidores.

El Priorato francés de Fointanebleau-Avon constituyó un lugar de indiscutible importancia no sólo para la enseñanza gurdjeffiana, sino también para todos aquellos que tuvieron la oportunidad de vivir entre sus muros. Sin la menor duda, fue un lugar que dio pie a los comentarios más opuestos, como no podía ser de otra manera dada la personalidad de quien lo dirigía. Para unos, constituía el sitio ideal para el desarrollo de las potencialidades del individuo; para otros, no era más que un lugar en el que se esclavizaba de forma sistemática a los fanáticos seguidores del maestro.

Gurdjieff no dejó mucha obra escrita. Las pocos textos en los que expuso los puntos básicos de su enseñanza, están escritos con un estilo enrevesado y poco comprensible. Cuentos de Belcebú a su nieto, La vida no es real sino cuando Yo soy y Mis encuentros con hombres notables, constituyen sus tres obras capitales.

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