Interpretando el misterio

Nostradamus

Las Centurias

Interpretando el misterio

El mismo Pichon insiste en un punto, al estudiar la obra de Nostradamus: los estudiosos se han limitado, las más de las veces, a intentar descifrar lo que se refería a su propia época, despreocupándose de otras épocas futuras, y perdiendo así un sentido de la perspectiva. Por ejemplo, los investigadores que escribían a mediados del siglo XVII se proponían demostrar que Nostradamus sólo hacía referencia a Luis XIV; si hacían sus interpretaciones a finales del siglo xviii, entendían que las referencias correspondían a la Revolución; si era en tiempo de Napoleón, al Imperio, y si, por ejemplo, se hacían en 1940, pensaban que todo tenía que ver con la Segunda Guerra Mundial.

Pero tal cortedad de visión ha sido general a la hora de interpretar el trabajo hecho por Nostradamus. No ha habido interés por comprender su visión global del asunto, sino de circunscribirse a lo que podía decir sobre una época, justamente la época en que se está viviendo. Sobre este punto, comenta Pichon: «Esta posición básica entraña graves consecuencias. De modo general, el poema no se lee así como fue escrito, aunque se tratase de la obra más clara. En lo que concierne a Nostradamus atestiguan este hecho cien publicaciones, desde las primeras interpretaciones en verso de Vincent Séve de Beaucaire, fechadas en 1605, y presentadas como inéditas (las Sextinas y los Presagios), hasta las de Fontbrune y las de Émile Ruir, en nuestros días».

Y Pichon continúa preguntándose si podría afirmarse que la ciencia de Nostradamus queda al abrigo del error. Personalmente, él no parece considerarlo así. Está claro que las profecías basadas en el «Eterno Retorno» y en sus ritmos temporales se cumplen siempre con mucha exactitud. Quedan profetizados así el fin de la monarquía, la Revolución Francesa, la República, el Imperio, el fin del Islam, el llamado «crepúsculo de los dioses». Y es muy probable que lo mismo suceda en el futuro. Por el contrario, lo que es la anécdota «es a menudo sólo el sueño de un poeta arrebatado por la magia del verbo o por las necesidades de la rima».

A pesar de estas posibles limitaciones, Nostradamus constituye un caso único en la historia de la profecía, del ocultismo serio y del verdadero y profundo esoterismo, llevado a una expresión práctica.