Hatha Yoga Pradipika - Luz sobre el Hatha Yoga

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Capítulo 4

Hatha y Raja.

4.79. Hay muchos que solo son hathayoguis, y no conocen el rajayoga; estos son simples practicantes que nunca alcanzarán los frutos de sus esfuerzos.

Unmaniâvasthâ.

4.80. La contemplación en el espacio situado entre las cejas es la mejor forma de alcanzar el unmani-âvasthâ en poco tiempo; incluso para las personas de intelecto limitado ésta es la forma más adecuada para alcanzar el rajayoga. El estado de laya que nace de nada, proporciona esta experiencia de forma inmediata.

4.81. (Todos) los grandes yoguis que han logrado el estado de samâdhi a través de la concentración en nada, han experimentado en sus corazones una felicidad inigualable, mas allá de toda descripción y que sólo puede ser conocida por el bendito maestro (Sri Gurunatha).

Práctica del nadam.

4.82. El muni, cerrados sus oídos con los pulgares, escucha (atentamente) el sonido místico (en su interior) hasta que alcanza lo inmutable (turiya).

4.83. Por medio de la práctica de la escucha atenta, el sonido interior sobrepasa gradualmente a los sonidos exteriores; así, el yogui en quince días puede superar la inestabilidad mental y alcanzar la felicidad.

4.84. En las primeras etapas de la práctica se pueden oír diversos sonidos fuertes, pero a medida que se progresa se vuelven más y más sutiles.

4.85. Al principio se oyen interiormente varios sonidos como el rugir del océano o como el trueno, como el del tambor o el del timbal; en la etapa intermedia los sonidos se escuchan como un tambor mardala, la concha, la campana o el cuerno; finalmente, el sonido se asemeja al de las campanillas, la flauta, la vina o las abejas.

4.86. Los distintos sonidos se escuchan desde el centro del cuerpo.

4.87. Aunque todavía se escuchen los sonidos fuertes, como el del trueno o el del timbal, hay que dirigir la atención exclusivamente a los más sutiles.

4.88. Aunque la atención pueda alternarse entre los sonidos fuertes y los sutiles, se ha de impedir que la mente vague por todas partes, al ser de naturaleza inestable.

4.89. En cualquier sonido interno en que la mente fije primero su atención, se puede lograr estabilidad cuando se funden (laya) mente y sonido.

4.90. La mente absorta en nada no siente atracción por los objetos de los sentidos, igual que una abeja que cuando bebe el néctar (de las flores) no se preocupa de su olor.

4.91. El afilado hierro de nada refrena la mente, que se comporta como un elefante loco (difícil de controlar) vagando por el jardín de los objetos sensoriales.

aquí se hace referencia a pratyâhara, que consiste en alejar la mente de los objetos de los sentidos. 28 es decir, la mente debe volverse una con nada, lo cual representa el estado de dhyâna.

4.92. Cuando se ha despojado a la mente de su naturaleza inquieta y se halla sujeta con las cuerdas de nada, alcanza la mayor estabilidad, como un pájaro al que se le han recortado las alas.

4.93. El que desea alcanzar el dominio del yoga ha de reducir al máximo toda la actividad mental y, con la mente totalmente concentrada, meditar exclusivamente en nada.

(es decir, la mente debe volverse una con nada, lo cual representa el estado de dhyâna)

Semejanzas.

4.94. Nada es como la trampa que captura al ciervo interno (la mente); y también como el cazador que mata al animal interior (el pensamiento conceptual).

4.95. Nada es como el cerrojo de la puerta que encierra el caballo (el pensamiento conceptual) del yogui; por consiguiente, se ha de meditar diariamente sobre nada.

4.96. La mente y el nada son como el mercurio y el sulfuro que, cuando se unen, la mezcla se solidifica y el mercurio (la mente) pierde su naturaleza activa, capaz incluso de moverse sin apoyo en el akâsha de brahman.

4.97. Cuando la mente se sumerge en nada es como una serpiente absorta en la unidad, que se olvida de toda inquietud y no huye a ninguna parte.