EL CINE Y LAS TRADICIONES CELTAS

Raúl Encina T.

Introducción
Érase una vez, en un pueblo llamado Corazón Valiente ...
De la Tierra Media a la Comarca Humana
Influencia Céltica en Tolkien
Personajes Míticos en El Señor de los Anillos
Conclusiones sobre las Tradiciones Celtas y el Cine
Coincidencias en la Muerte de JRR Tolkien
El Cine y los Temas Celtas
Notas: El Cine y las Tradiciones Celtas

Érase una vez, en un pueblo llamado Corazón Valiente ...

A fines del siglo XX Escocia se vio revolucionada por un hecho sin precedentes. Después de siglos el país entero se aprestaba a votar por un parlamento con autonomía de Inglaterra. Lo que no lo habían conseguido sangrientas batallas (como el trágico desenlace genocida en los campos de Culloden); disputados tratados e interminables discursos lo estaba haciendo posible una magistral obra cinematográfica: Braveheart, Corazón Valiente.

Era el 11 de septiembre de 1997. Setecientos años antes, uno de los hitos más heroicos del pueblo escocés comenzaba a hacerse realidad de la mano de uno de los hombres más misteriosos de la historia. Una verdadera leyenda humana que surgiría de las profundidades de los bosques al brotar la primavera del año 1294.

A fines del siglo XIII, luego de la muerte de Alejandro III y la temprana desaparición de su nieta Margaret, la "Doncella de Noruega", el trono de Escocia quedaba vacante. El Rey Eduardo I de Inglaterra, llamado "Piernas Largas", después de aniquilar a los galeses tuvo en sus manos la posibilidad de conquistar el reino del norte y con ello el control del último reducto céltico. La disputa entre Robert the Bruce y John Balliol reclamando ambos la herencia de los antiguos reyes escoceses, significó la gran oportunidad para que el rey de Inglaterra por medio de una hábil maniobra dejara a Escocia bajo su dominio, encarcelando al Rey John Balliol en la torre de Londres. Es entonces que emerge desde el indómito corazón de los bosques escotos la leyenda que más tarde, un poeta del siglo XV, Harry el Ciego, cantará a los escoceses y a la posteridad.

Así, un 11 de septiembre de 1297, en la famosa batalla del puente Stirling, un grupo de aguerridos valientes, llevando en sus venas el espíritu de los inmortales Highlanders, y con el apoyo de sus hermanos irlandeses y de algunos otros enigmáticos combatientes1, derrotaron de una manera inapelable a la maquinaria militar inglesa.

Las proezas del gran William Wallace recogieron el espíritu que animó el despertar de una conciencia nacional escocesa junto a los símbolos tradicionales de los clanes celtas. Los kilts, tartanes y las claymores highlanders 2 fueron exhibidas como un reto contra la sumisión a Londres y a su vez como un testimonio de supervivencia: "¡Aún estamos vivos!"

Sin embargo la traición determinó que William Wallace fuera arrestado y martirizado públicamente en 1305. Sus palabras de libertad son un legado a todos los espíritus indómitos del mundo3.

Tras la magistral actuación del actor y director Mel Gibson un torrente de efervescencia inundó las calles de Edimburgo y determinó que esta película, cuestionada por los especialistas a propósito de su discutido rigor histórico, encendiera la mecha que otorgó a Escocia el símbolo de su autonomía. Randall Wallace, el dramaturgo que narró la epopeya de Braveheart, señaló: "La historia no es sólo de los intelectuales".

En 1314 Robert the Bruce, quien tenía en su raíz materna la esencia de los guerreros celtas, levantó los antiguos emblemas escotos y luchando contra fuerzas muchas veces superiores en número, consiguió la ansiada libertad en los llanos de Bannokburne 4.

El eco de las gaitas volvía a resonar en las montañas y en los valles con la nostalgia de inmortales visiones: "Scots, wha hae wi' Wallace bled!"

De la Tierra Media a la Comarca Humana