FAMILIA Y ESCUELA:

ESPACIOS PRIVILEGIADOS PARA EL APRENDIZAJE

Ximena Santa Cruz Bolívar
Psicóloga Universidad de Chile

SANTIAGO DE CHILE
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LA FAMILIA, UN ESPACIO DONDE CONSTRUIR EN COMUN

Podríamos definir a la familia de diversas formas, lo primordial es que se trata de un espacio de interacción, entre dos o más personas, que se caracterizan por vivir juntos o por mantener una cercanía física o emocional, cuyo substrato emocional es el amor ( o cómo diría Humberto Maturana, Carmen Luz Méndez y Fernando Coddou "la pasión por vivir juntos" ) y se aúnan en torno al mandato del apoyo mutuo.(Maturana, Méndez y Coddou, 1995).

En un principio se constituye en la unión de la pareja. Es desde que esta pareja decide vivir en común y compartir un espacio físico y psicológico que comenzamos a hablar de familia.

Es importante considerar al pensar en la familia-pareja que se juntan dos mundos que, en mayor o menor medida, son diferentes. Cada miembro de la pareja ha tenido ciertas vivencias que lo hacen seleccionar y organizar sus experiencias de una manera particular.

Desde el nacimiento los seres humanos nos encontramos inmersos en un universo de relaciones con otros humanos. Es en este universo de relaciones en donde podemos desarrollar y "aprehender" cómo nos vamos a relacionar en el futuro con nuestro entorno.

El primer espacio social que moldea nuestra conducta y forma de ver el mundo, es la familia. Es allí donde cada uno de nosotros aprende ciertas formas de comportamiento que se van moldeando a través de la relación padre-hijo. Los padres desarrollan conductas recurrentes que podríamos llamar "patrones de relación" propias de esa familia particular. (Keeney, 1987)

La familia constituye el espacio primario y primordial donde vamos moldeando determinadas formas de conducirnos y seleccionar cuál va ser nuestra manera de "ver el mundo".

La historia de vida de la familia determina cómo se organiza la experiencia, define ciertos usos y costumbres que son dadas como incuestionables y acotan qué es "lo real". Nosotros las aprendemos con una eficacia impresionante y luego vamos por el mundo con este deber ser. De modo que al juntarnos con otros, al convivir, nuestras expectativas son que el otro se acomode a "lo real" o a nuestro deber ser, olvidándonos que es sólo "nuestra realidad".

Desde esta perspectiva la familia constituye un espacio privilegiado de aprendizaje de pautas de relación con otros y es en ella que se adquieren los valores y normas de convivencia con que sus integrantes van a compartir con otros fuera y dentro de la familia.

Cabe señalar también, que la familia no está aislada ni se dan gratuitamente estas creencias. Estas creencias y valores son el resultado de una historia de interacciones con el medio, inicialmente permeada por la familia, y que involucra la intersección de muchas variables situacionales y personales. Sin embargo no se puede desconocer el impacto de la Cultura en cada uno de los sujetos, entendida como un sistema de creencias y valores socialmente compartidos, que determina el estilo de relaciones aceptadas socialmente entre las personas.

Las familias tienen naturalmente mecanismos de control para adaptarse a los continuos cambios, internos (enfermedades, nacimientos, muertes, etc.) y externos (sociales y culturales).

Cada familia debe velar por un equilibrio en esta forma de relacionarse y en las actitudes y roles que la familia exige cumplir: Es necesario mencionar además, que cada familia construye su estilo propio de relación sin que uno pueda ser considerado mejor que otro (democrático, jerárquico, mixto). Este estilo es lo que determina cómo se tomarán las decisiones y la formas en que definirán las reglas: quién y en qué condiciones se encargará de su cumplimiento. La cantidad de miembros que tomen parte en la toma de decisiones dependerá de la propia familia. Poner en común las reglas y decisiones favorece un crecimiento de los miembros de la familia.

Es por ello que se puede afirmar que la familia es determinante en el estilo de relación que adquieren los niños que en ella crecen. Si un niño vive en su familia valores de tipo competitivos, en que se descalifica a aquellos que piensan distinto, en que se valora la autoridad y se acepta el uso de la fuerza como un método válido para la resolución de conflictos; ese niño aprenderá a operar en el mundo con este estilo de relación con las consiguientes consecuencias sociales.

Si un niño aprende a relacionarse en su familia a través de pautas que aceptan la diversidad, que fomentan la cooperación y solidaridad, que valoran las opiniones de los otros y las prácticas democráticas para llegar a acuerdos y soluciones; ese niño tenderá a reproducir esta forma de relación y sus relaciones interpersonales traerán el sello democrático que conoció en su familia de origen.